martes, 5 de junio de 2007

MAÑANAS FRIAS


Suelen decir, y con mucha razón, que la pobreza no solo desnuda las realidades de los que mas sufren, sino que, peor aun, de los que pueden cambiar esa realidad y no lo hacen: y es cierto, estrictamente cierto.
Al leer los diarios de capital podemos observar como en grandes titulares se anuncia la suspensión de clases en las escuelas por que no tienen calefacción o por que no hay gas para que funcionen las estufas en las aulas y nos damos cuenta de que la vieja diferenciación entre porteños (por el puerto) y provincianos sigue tan latente como en la época de la colonia.
He tenido la surte de poder viajar en mi provincia a pueblos que solo sabia de su existencia en el mapa, a los lugares mas alejados de este Santiago que amamos y que a veces duele y observar como viven o sobreviven cientos de hermanos santiagueños, en el mas absoluto de los abandonos.
He podido observar en esta fría época, por ejemplo, como algunos chicos, en el departamento Jiménez, a las seis de la tarde saliendo de la escuela deben caminar varios kilómetros hasta llegar a sus casa, escasamente abrigados, vaya uno a saber si bien alimentados o no, en caminos terriblemente polvorientos y en una tarde en que el frío se tornaba insoportable aun dentro de los vehículos.
Estos niños con las narices rojas por la baja temperatura y mal vestidos conmueven a cualquiera, nadie puede permanecer ausente de sentimientos ante ellos, nuestro futuro, como se reza en todas partes, se esta muriendo de frío, hambre e indiferencia.
La aceptación de la pobreza como una realidad con pocas posibilidades de cambio son las que han postrado a nuestras provincias y nos convierten en los excluidos de nuestro propio país.
Hay cosas que seguramente nadie quiere decir y muchas otras que nadie quiere aceptar, pero están ahí y los contrastes que a menudo los medios de comunicación muestran y nos alejan del primer mundo aun mas, las sacan a la luz.
Si un niño muere en Buenos Aires de frío, es una desgracia (y lo es) que merece muchas horas en los canales de televisión, pero en nuestras provincias mueren muchos chicos, de frío, de hambre, por no poder acceder a médicos, por tantos motivos… que hasta duele enumerarlos y nadie dice nada, ningún canal de capital se ocupa de nuestros hijos, de los que vivimos en el interior de un país que esta partido en dos: capital e interior.
Ojala que los niños porteños puedan tener calefacción este invierno y que no les falte el gas para las estufas en las aulas y ojala que nuestros niños de los mas alejados pueblos y parajes santiagueños puedan tener todos los días un plato de comida en sus mesas y un abrigo mas para mitigar el frío.