En el corazón del departamento Avellaneda se encuentra Santo Domingo, un grupo de 18 familias con una gran cantidad de niños a las que no les es fácil acceder o salir de su paraje por que en esta época del año el suelo arenoso comienza a desprenderse y hacer notar la falta de lluvias convirtiéndose en verdaderos bobadales.
Allí, en medio de este inhóspito lugar, hace 12 años, mediante un programa nacional se instalo una obra de grandes dimensiones consistente en molinos que elevaban agua a un tanque, que luego era clorada mediante dosificadores y distribuida a las casa a través de una cañería de varios kilómetros, cubriendo la totalidad de las viviendas, todas de tipo rancho, que mejoraba notablemente la calidad de vida de sus habitantes, ya que tenían grifos que les proveían del vital elemento en sus propios hogares.
Además, el agua que los molinos almacenaban en el gran tanque, era aprovechada por vecinos de parajes cercanos como Percas, Himalaya, San Luís y Paaj Muyoj, cuyos habitantes buscaban agua potable de allí.
La bomba del molino dejo de funcionar hace mas de un año y luego de la época de lluvias, la gente ha comenzado a sentir los efectos de la sequía, que en esta parte de la provincia suele extenderse por casi 9 meses, por lo que el panorama es desolador para estas familias, que ahora deben recorrer considerables distancias para obtener el agua, mediante tachos que acondicionaron en “zorras” o directamente al lomo de algún animal.
La camisón que administra el emprendimiento dice haber solicitado ayuda y haber obtenido en compromiso de técnicos del INTA de pronta reparación, pero lo difícil de acceder y lo urgente del problema hace que la preocupación de los vecinos crezca día a día.
Los vecinos, gente humilde que se dedica la cría de animales en pequeña escala, que no tiene otra posibilidad económica de solucionar el problema, solo espera, mirando los molinos extractores, que alguien los ayude a solucionar lo que no solo es un problema mecánico, sino la herramienta que les permite tener algo tan simple y elemental como el agua.
Allí, en medio de este inhóspito lugar, hace 12 años, mediante un programa nacional se instalo una obra de grandes dimensiones consistente en molinos que elevaban agua a un tanque, que luego era clorada mediante dosificadores y distribuida a las casa a través de una cañería de varios kilómetros, cubriendo la totalidad de las viviendas, todas de tipo rancho, que mejoraba notablemente la calidad de vida de sus habitantes, ya que tenían grifos que les proveían del vital elemento en sus propios hogares.
Además, el agua que los molinos almacenaban en el gran tanque, era aprovechada por vecinos de parajes cercanos como Percas, Himalaya, San Luís y Paaj Muyoj, cuyos habitantes buscaban agua potable de allí.
La bomba del molino dejo de funcionar hace mas de un año y luego de la época de lluvias, la gente ha comenzado a sentir los efectos de la sequía, que en esta parte de la provincia suele extenderse por casi 9 meses, por lo que el panorama es desolador para estas familias, que ahora deben recorrer considerables distancias para obtener el agua, mediante tachos que acondicionaron en “zorras” o directamente al lomo de algún animal.
La camisón que administra el emprendimiento dice haber solicitado ayuda y haber obtenido en compromiso de técnicos del INTA de pronta reparación, pero lo difícil de acceder y lo urgente del problema hace que la preocupación de los vecinos crezca día a día.
Los vecinos, gente humilde que se dedica la cría de animales en pequeña escala, que no tiene otra posibilidad económica de solucionar el problema, solo espera, mirando los molinos extractores, que alguien los ayude a solucionar lo que no solo es un problema mecánico, sino la herramienta que les permite tener algo tan simple y elemental como el agua.